Recién tuve conocimiento de la existencia del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza, un organismo que trabaja directamente con las comunidades afectadas por los megaproyectos gubernamentales que desconocen u omiten la existencia de los derechos de la naturaleza, porque emitió el veredicto correspondiente a la construcción del Tren Maya en la península de Yucatán; la joya de la corona de la cuarta transformación de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. Este veredicto manifiesta, como ya lo ha denunciado el pueblo maya, que dicho megaproyecto es ecocida y etnicida (aunado a los diferentes asesinatos que se han perpetrado contra defensores de la tierra).

El megaproyecto del Tren Maya es ecocida porque está acabando, erradicando, matando la biodiversidad de la península yucateca con la única intención de llevar “progreso” y “modernización” al sur del país (sic). Una visión del siglo pasado puesto que se asume que el sur del país sigue siendo poco moderno por no contar con prácticas extractivas de la tierra que se observan en otros estados del norte y centro de México. Y es etnicida porque al momento en que el gobierno mexicano no escucha la defensa de la tierra que realiza el pueblo maya y desconoce los derechos de la naturaleza, elimina, acaba, con una tradición cultural, léxica, ontológica y epistemológica ancestral.

La discusión actual se centra en si los argumentos de López Obrador de llevar el progreso al sur del país, asumiendo que el Tren Maya generará empleos, inversión extranjera y nacional, turismo son suficientes para asumir el costo ecológico, social y cultural que trae consigo la realización de este megaproyecto. Una discusión que desde mi perspectiva es errónea porque no se tendría que estar dando en un siglo donde la preocupación global son las consecuencias que ha traído consigo el cambio climático a los diferentes seres humanos-no humanos que habitamos la Tierra.

En función de lo anterior, y como lo he propuesto en otras entradas en este mismo espacio (véase ¿Dónde poner el énfasis en el tratamiento de la ecología? (Parte 1) y Gaia: ¿qué es el ser vida? (Parte 2)), es necesario comenzar a poner no sólo en la discusión económica y política de los gobiernos de izquierda, también al interior de las aulas y los medios de comunicación, que los derechos de la naturaleza deben estar por encima de los derechos mercantiles y que los derechos de la naturaleza deben dejar de estar supeditados al interés de la clase de política sin importar el partido que sea. Por ello me parece importante dar a conocer el veredicto del Tribunal:

Amparados en lo que dispone la normativa de la Declaración Universal de Derechos de la Naturaleza, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, las Declaraciones de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio sobre Biodiversidad, el Acuerdo de Escazú, la Agenda 2030 Objetivos de Desarrollo Sustentable, y la jurisprudencia emitida tanto por el Sistema Interamericano de Derechos Humanos como por el Sistema Universal de Derechos Humanos y por la legislación de los Estados Unidos Mexicanos, este Tribunal Ético, en nombre de los Derechos de la Madre Naturaleza, de la Humanidad y de las generaciones venideras resuelve lo siguiente:

  1. Reconocer de modo irrefutable la violación a los derechos de la Naturaleza y los derechos bioculturales del Pueblo Maya, que ancestralmente ha sido y continúa siendo, protector y guardián de su territorio, de sus cenotes, cuevas y costas; sus selvas, su biodiversidad y sus cultivos tradicionales, y los seres no humanos que habitan los ecosistemas, todo lo cual configura crímenes de ecocidio y etnocidio. El Tribunal responsabiliza al Estado Mexicano por la violación de estos derechos fundamentales de la Naturaleza y del Pueblo Maya.
  2. Declarar la vulneración de derechos de la Madre Tierra, el derecho a la vida y a existir; su derecho a ser respetada, el derecho a la regeneración de su biocapacidad y continuación de sus ciclos y procesos vitales libres de alteraciones humanas; derecho al agua como fuente de vida; el derecho a la salud integral; el derecho a estar libre de contaminación, polución y desechos tóxicos o radioactivos, todos ellos reconocidos en el artículo 2.1 literales a) b) c) e) g) y h) de la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra.
  3. Condenar a las autoridades de los Estados Unidos Mexicanos a la suspensión inmediata del megaproyecto Tren Maya con todos sus componentes, así como la desmilitarización de los territorios indígenas. Exigimos al Estado, particularmente al Gobierno Central y al Ejecutivo, a que cese del despojo de las tierras ejidales y en general del territorio, así como el terminar con la persecución, amenazas, hostigamiento e intimidación de las personas defensoras de la naturaleza.
  4. Declarar a los cenotes como sujeto de derechos por constituir la fuente hídrica más importante para la supervivencia de los pueblos, las comunidades y especies de animales y plantas en la región.
Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza, 2023.

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