La única posibilidad es con lo otro.
(el éxtasis)
El Antropoceno se encuentra en un proceso donde la posibilidad de su clausura se asoma, y este proceso comienza en una crítica a un androcentrismo anterior y fundador de un estudio que encubre una o muchas más posibilidades de obrar (por lo tanto de ser) de las que hemos tenido permitido pensar.
El estudio del hombre no es el estudio del mundo, sino de su mundo -el mundo del hombre-, y ¿quién es este hombre o qué es “el hombre”? La exigencia de un enunciamiento que nos permita fugar de todo determinismo limitante, es una exigencia viva.
El hombre como Movimiento Epistemológicamente Estético (mee) responde a las inquietudes del conocer, el deber, y la esperanza, responde al mundo del hombre.
La epistemología es un arma sofisticada que utiliza al lenguaje para vehiculizar el incremento de nuestro obrar, no determina a lo que podemos acceder, accede a lo que nos puede determinar y este acceder anterior a la determinación y consiente de ella, obedece a el instinto más básico o la forma más universal; la belleza. Una belleza que tampoco determina ni es apriorística, una experiencia estética que nos compone al encuentro, encuentro que por nuestra condición está estructurado de forma epistemológica.
El cambio, el conocimiento y la belleza son condiciones de la existencia de lo humano. Condición humana, lo humano o animalidad compleja. La existencia de esta complejidad se manifiesta como constante devenir que se está consumando, que está en movimiento, nada podemos esperar y aquello que esperamos está condicionado por toda una conexión de sensaciones intencionadas por las experiencias pasadas y las expectativas futuras: conocimiento de lo bello, desarrollo de nuevos movimientos dentro de epistemes nuevas ,antiguas o sincréticas, siempre en alegría de causa adecuada.
El conocimiento, el movimiento y la belleza no son posibilidades sino necesidades, un condicionamiento de nuestra existencia. Existe todo aquello que es y lo que existe tiene criterios de autorreconocimiento y tendencias que parecen ser más específicas conforme se acumulan experiencias: un conocimiento necesario, siempre por algo,comúnmente por algo como una autentica ,verdadera, plena, satisfactoria… buena vida, por lo que pensamos bello.
Una propuesta de una dimensión vital -humana animal- y un posible modo de hacer mayores las experiencias alegres pensadas desde la filosofía por ser ésta en su dimensión antropológica algo así como una entrada o una salida a la posibilidad de nuevas posiciones y constituciones de la humana en una interpretación holística, son las dos ideas centrales del presente texto.
Nada permanece, todo se transforma, se rehace; se sublima o se pervierte, los movimientos epistemológicamente estéticos son un cambio de posición en el espacio acompañado de un saber; de una episteme, determinado por el gusto, por la sensación; el cuerpo que piensa/siente.
Los movimientos, al menos en la física clásica, pueden ser entendidos en dos grandes categorías, la dinámica y la mecánica, lo que pienso me permite utilizar estos conceptos para distinguir dos irrupciones en el modo de ser de la existencia. Este modo del ser, el existente, irrumpe: se mueve o está en reposo, lo cual es equivalente. Está equivalencia, movimiento y reposo, es la que aquí se debe entender en sus dispositivos dinámicos o mecánicos.
Moverse implica un desplazamiento y éste una posibilidad o una imposibilidad; la posibilidad es lo dinámico, la imposibilidad lo mecánico. La potencia es a lo absoluto como el afecto es a lo relativo. La fuerza y el movimiento Newtoniano.
El espacio es el soporte del movimiento. Más allá del espacio, cualquier enunciamiento de “un espacio” obtura el dinamismo propio de nuestra posibilidad; el movimiento dinámico. El movimiento es en el espacio, por lo que los espacios significativos determinan limitando. El movimiento no necesita de espacios, el movimiento (y/o el reposo) es la prueba de que existe el espacio. Todo espacio significativo, es decir, cualquier enunciación de un determinado espacio con reglas de acción y/o pensamiento (de movimiento y/o reposo),determina limitando, es epistemológica y estéticamente mecánico, triste.
Clausurar el proyecto civilizatorio moderno de lo humano es una prioridad en todos los espacios y exige una forma de ser (por lo tanto de obrar) diferente a lo valorado desde nuestra actual concepción del saber y la belleza. Una epistemología estética dinámica, es decir, sustentada en la búsqueda de encuentros directos -lo más posible- con lo otro. Encuentros desde la desnudez, desde la performatividad, desde la indeterminación, en la multitud, desde la no identidad; propuestos desde el desprecio y para lo despreciado, para todos aquellos y aquellas que evocan carencia, para todos los que su existencia le es negada.
Mi imaginación tiende a lo que no está, a lo inexistente, soy movido a imaginar la ausencia, como creo que ha hecho todo ser que haya comenzado (y dependido de) cualquier desplazamiento vital necesario. Desprecio la vergüenza porque el desnudo aumenta mis potencias, desprecio lo sujeto porque la performatividad aumenta mis alegrías, mi singularidad es multitudinaria, ser alguien me permite la indeterminación y ésta, la posibilidad de liberarme de la pesada loza de la identidad.
Lo que pienso que es lo humano se haya continua y radicalmente atacado, la humana se vuelve autoinmune en su dimensión constitutiva, no es lo h+ el problema, lo es la mecanización del mee y esta automatización es esencialmente en su dimensión estética, nos movemos y conocemos no desde la vida sino desde la sobrevivencia, no desde lo que necesitamos si no desde lo que nos imponen.
Un desplazamiento es un movimiento; cualquier desplazamiento, de cualquier tipo que sea, o en cualquier sentido que pretenda, implica movimiento, por más sutil que este sea.
Un desplazamiento sustantivo puede o no ocurrir algún día…cualquiera de nosotras podemos dejar de jugar este juego estúpido (si se “ha entrado en juego en él”).
Alejandro Iván Nava Vega
Antropología filosófica UACM plantel SLT

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