Por Ivonne Hernández Cuevas1
En una era en la que la tecnología está muy presente en todos los ámbitos de la vida resulta importante preguntarse cómo la filosofía puede iluminar los modos en que somos, hacemos y transformamos el mundo. En el texto Ontología sintética: etapas polifásicas del ser tecnocapitalista, Roxana Rodríguez Ortiz nos habla de tres etapas polifásicas del ser en el contexto del tecnocapitalismo que nos pueden servir como una especie de guia para dicha pregunta: el “mecanólogo”, el “technólogo” y el “organólogo”. Estos términos nos ofrecen una manera de pensar sobre ¿qué tecnología hacemos y cómo esa tecnología nos hace a nosotros?, ¿cómo construye nuestro ser y nuestro entender del mundo?
En la primer etapa, la del mecanólogo, el texto nos remite a una forma de ser en la que la tecnología aparece como un instrumento, como extensión de la voluntad humana que domina y controla el entorno mediante mecanismos, máquinas y procesos. En ese modo, el sujeto se identifica como operador‑manejador de mecanismos.
En la segunda etapa, la del technólogo, la tecnología ya no sólo sirve o extiende el sujeto, sino se vuelve mediadora, co‑constituyente del sujeto, de sus relaciones, de sus posibilidades de acción y sentido.
En la última etapa, la del organólogo, la tecnología está en el ser-vida: en lo biológico, en el cuerpo, en lo social, en lo ambiental. En el contexto del tecnocapitalismo, esto se muestra en la biotecnología, la inteligencia artificial, los algoritmos que perfilan la vida social o los dispositivos que penetran lo corporal.
A partir de esta propuesta, denominada ontología sintética, podemos decir que la tecnología ya no es simplemente un agregado externo al sujeto humano, sino que se ha convertido en un factor constitutivo de lo que somos, de lo que pensamos, sentimos; y de cómo nos relacionamos y actuamos.
Ya sea en el trabajo, el ocio, la comunicación o el consumo, la tecnología se infiltra de tal modo que actúa como un horizonte de posibilidades y un marco de condiciones. Desde los algoritmos que median nuestras interacciones digitales hasta los dispositivos que monitorizan nuestros cuerpos, estamos inmersos en un régimen tecnológico que reconfigura el ser.
También es importante tener en cuenta que la tecnología no sólo se inserta en la vida humana, sino que también está en un régimen económico‑social que la orienta hacia la generación de valor, de capital, de explotación.
En pocas palabras podemos decir que la tecnología en el mundo actual no es ahora una simple herramienta externa, sino que sea convertido en un elemento constitutivo de nuestro ser y de la forma en que habitamos el mundo y entonces queda preguntarnos ¿cómo podemos habitar un mundo en el que el ser ya es está tecnificado y a su vez es tecnificador, sin llegar a perder lo que consideramos humano?
Referencia:
Rodríguez Ortiz, R. (2023). Ontología sintética: etapas polifásicas del ser tecnocapitalista. Desde el Sur, 15(2), e0024.
- Ivonne Hernández Cuevas es estudiante de la licenciatura en Filosofía e Historia de las ideas de la UACM. Este texto fue escrito para el seminario de Bioética durante el semestre 2025 -II impartido por Roxana Rodríguez Ortiz. ↩︎

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