Pensar más allá del Antropoceno.

Las maquinarias globalizadas

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Por Sonny Mariel Sandoval Hernández*

Escuchemos al corazón humano y al corazón planetario. Según la nota “Corazón” de la revista National Geographic, este músculo es la sala de máquinas del cuerpo que tiene por función bombear la sangre que mantiene la vida. En este bombear cabe preguntarnos sí, además del corazón, ¿qué otras maquinarias son necesarias para la conservación de la vida humana y de la vida planetaria? ¿Las máquinas únicamente mantienen o conservan la vida? La respuesta a la segunda pregunta es, NO.

No sólo las máquinas fueron y son una invención en búsqueda de la preservación de la vida, del progreso, la modernización, la industrialización, la aceleración de la producción o de la libre competencia de mercados. Las máquinas también fueron y son el declive de la vida que conlleva destrucciones, catástrofes, avaricias; así como cálculos individuales de la utilidad y cálculos globalizados de la utilidad.

Ya por ejemplo, la modernización que observó y denunció Flora Tristán sobre la Inglaterra del siglo XIX en Paseos en Londres, nos enseñó que aquella metrópoli de capitales y negocios se conjugaba desde el cálculo individual de utilidad de los Jonh Bull que habitaban el West End y, en consecuencia, este cálculo individual de la utilidad de los negocios, el mercado y la soberbia traía consigo que sus desechos dieran nacimiento a los arrabales o barrios habitados por los obreros, prostitutas, asesinos, mendigos y, en general, habitado por la muchedumbre.

En nuestro milenio, continúan en existencia los West End, no habitados por los dandis, pero sí por los empresarios, fifís, aspiracioncitas o neoliberalessegún lo informado diariamente por la mañanera de la 4T. En ese sentido, los dandis (capitalistas) en la actualidad, ponen en ejecución el cálculo individual de su utilidad a través del sistema económico capitalista; lo que implica la misma permanencia de los arrabales del siglo XIX sólo que ahora son ubicados como las ciudades perdidas también conocidas, por algunos, como cartolandia (s) que están situadas en la periferia.

Otros cálculos individuales y globalizados de la utilidad oscilan entre el interés, el saqueo, la donación de pan, la carencia, los costos baratos, el dolor ajeno, la aceleración de la producción y las ganancias. Tan sólo nos es suficiente, por el momento, pensar a detalle lo que ciertos encabezados de notas periodísticas reflejan con respecto a los cálculos de utilidad. Algunos de ellos son: “La industria minera está volando los océanos más profundos y ecosistemas invaluables.”; “La avaricia de la industria minera amenaza con destruir el fondo de los océanos.”; “Europa devasta, contamina y saquea el agua de países del sur para autos eléctricos.”; “Grupo Bimbo donará millones de rebanadas de pan en lucha por el Hambre Cero.”; “Plomo en la sangre, en agua y aire: Los daños del derrame de Grupo México persisten.”; “Dolor, ganancias y carbón: Unos mueren y otros ganan (exalcaldes, ex director de Pemex) en las minas de Coahuila.” o “11millones de mexicanos viven en áreas con carencias de salud y educación”.

Con base en los casos anteriores, entonces, especulamos que dichos cálculos de utilidad son multifactoriales que, a su vez, son puestos en operación a través de la maquinización de la capacidad productiva de trabajo y, en consecuencia, la conservación o el declive de la vida inter-especie queda a su merced.

Entre estos y otros cálculos de utilidad, en los últimos años, el organismo planetario necesitó urgentemente el implante de un marcapasos para que detectase las alteraciones que han sufrido los ritmos sociales (traducidos como frecuencias cardiacas) incorporados en cada una de las latitudes del globo terráqueo.

Hoy en día, por diversas patologías, los ritmos sociales se encuentran por debajo del valor vital que los organismos de la vida inter-especie necesitan para su coexistencia. De tal modo, si concebimos las máquinas globalizadas como una patología, es por medio éstas que estos ritmos sociales cada día son arrítmicos e irregulares. De ahí que las maquinarias globalizadas, lejos de mantener la vitalidad inter-especie sean la causa del estrés, la ansiedad, la fatiga o el aturdimiento.

En “La ciudad monstruo”, también Tristán da cuenta del cansancio y fatiga que padecieron los londinenses a causa de la industrialización de la metrópoli. Tristán lanzaba la preguntaba en torno a cómo mantener las relaciones de familia, las relaciones labores o las amistades cuando las enormes distancias lo impedían; cuestionaba una suerte de lo absurdo que eran las visitas de una hora cuando se empleaban trayectos de más de tres horas y se gastaba, por mucho, en transporte.

Si es posible hablar de una maquinaria urbana, la Ciudad de México del siglo XXI no está exenta del absurdo de las distancias y sus resultados desfavorables reflejados en el cansancio, estrés, caos, fatiga, aturdimiento, depresión, ansiedad y un sin fin de indolencias. Piense en el estudiante mexicano que tiene que atravesar trayectos sumamente asfixiantes y caóticos quizá para invertir (no en una hora de visita a su madre londinense), sino en invertir únicamente una hora de clase que le trae altos costos al bolsillo de sus padres, al bolsillo de su beca o al bolsillo del trabajo extra que realiza después de clase.

En concreto, en el tránsito del siglo XIX al presente, hemos visto que las maquinarias globalizadas han aniquilado la tranquilidad del tiempo, maquinizan la producción fabril; maquinizan los cuerpos de las fuerzas productivas; exacerban el crecimiento urbano; destruyen el hábitat y, en general, hacen de la vitalidad inter-especie una indolencia planetaria. Pero agraviosamente, más allá de los colapsos sistémicos de lo económico, lo político, lo social, lo ideológico, lo cultural y lo ecológico; las maquinarias globalizadas son las responsables de los colapsos esquizofrénicos y existenciales del ser-ahí / del ser-en-sí de los ritmos sociales donde su significación ante la vida se ha aniquilado.

Por su parte, en estos colapsos esquizofrénicos y existenciales, piense que el cerebro humano en sí mismo mutó en una maquinaria globalizada. La experiencia que nos deja la pandemia por el virus del SARS-CoV-2 no nos dejará mentir; pues el pandemico home office trajo consigo el trabajo maquinizado al encender la máquina del cerebro; encender la maquina computacional; iniciar sesión; conectarse al Meet por junta; conectarse al Zoom por conferencia; regresar al Meet y, finalmente, dentro del absurdo del home office maquinizado, los viernes, sofisticadamente, eran de convivencia y cerveza por Meet, Meet, Zoom Zoom mientras se tiene un fondo de pantalla alivianado.

Así pues, los escenarios y colapsos esquizofrénicos son los mismos tanto en el siglo XIX como en nuestro presente, pues bajo la mirada de Tristán, ella expone cómo el londinense regresa a su casa por la noche; pero agotado por los trayectos del día, éste regresa sin ánimos de estar alegre o dispuesto a disfrutar de la música; así como las facultades intelectuales desaparecerán por las fatigas. Por su parte, el mexicano oficinista, profesionista, estudiante o trabajador de obra regresará, al igual que el londinense, agotado por la jornada laboral y, lo único que también querrá hacer, es cenar y dormir para reparar fuerzas.

Por lo anterior, especulamos que la maquinaria globalizada del cerebro no perdona ritmos sociales, pues los colapsos esquizofrénicos cada día se expanden a nivel global. De ahí que en esta maquinaria globalizada del cerebro, el cerebro asiático, por ejemplo, sea en sí mismo no sólo el productor de ciudadanos de excelencia sino al mismo tiempo el productor de desertores, pues su declive termina en suicidios como consecuencia del trabajo duro, la competitividad y el sacrificio como pilares del éxito en países donde se habla (según una nota) del milagro económico, desarrollo exponencial y de potencia mundial.   

En suma, el problema de las maquinarias, radica no sólo en su expansión local-regional-global sino en quiénes son dueños de éstas, pues entre la vitalidad o el declive, entran en jaque los cálculos de utilidad. Por tanto, continuamente queda preguntarse por lo que subyace a las maquinarias y qué implicaciones tiene que la capacidad productiva de trabajo se maquinice y, en su defecto, se globalice.


*Sonny Mariel Sandoval Hernández es estudiante de la Licenciatura en Filosofía e Historia de las Ideas en la UACM-SLT. “Las maquinarias globalizadas”, es el ensayo escrito para certificar el curso Filosofía de la Economía, impartido por Roxana Rodríguez Ortiz, semestre 2022-2. 

Para citar:

Sandoval., S.M.(07 de diciembre de 2022). Las maquinarias globalizadas. Obtenido de Ecología del afecto: https://ecologiadelafecto.wordpress.com/2022/12/07/las-maquinarias-globalizadas/


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