Después de muchos años de realizar un trabajo intelectual sistemático dedicado a los Critical Border Studies que incluye una propuesta onto-epistémica para realizar estudios comparados de fronteras geopolíticas en diferentes continentes denominado modelo epistemológico de las fronteras que he presentado en diferentes congresos, fundar un grupo de investigación de Estudios Fronterizos, escribir muchas entradas en el portal del grupo, lo mismo que artículos, capítulos y libros; de un día para otro sentí la necesidad de proponer otras perspectivas de análisis.

Esta decisión no fue casualidad. El asesinato de mi hermano (2019), el trauma, el trabajo de duelo que se juntó con la pandemia y el confinamiento; la ruptura con amistades y colegas por diferencias ideológicas; la necesidad de reinventarme en la pedagogía in situ para impartir clases virtuales; el habitar una ciudad industrial (Monterrey) durante seis meses, donde la desigualdad se manifiesta en la poca accesibilidad que tiene la gente de a pie a vivir una vida de calidad y para reconocerse como sujetos con derechos e incluso el decidir contraer matrimonio (2021), fueron factores que se engarzaron para mirar hacia atrás y admitir que la narrativa de mi trabajo intelectual necesitaba refrescarse, diferirse, buscar otras aristas en la ontología, la epistemología, la estética, la ética y la política que no estuvieran ceñidas a la materizalización de una frontera, un muro, un límite, sino todo lo contrario, que la inmaterialidad del afecto en términos spinozistas, como potencia de afectar y ser afectada, se hiciera evidente en las fronteras simbólicas.

Considerando que para mi la frontera siempre es la posibilidad del encuentro dialógico con lo otro, no podía dejar fuera del modelo epistemológico de la frontera aquello que nos afecta cuando cruzamos, transgredimos un límite.

Roxana Rodríguez Ortiz

Deje reposar la inquietud, me dediqué a observar las diferentes manifestaciones que se iban presentando para abordar lo que a ratos parecía imposible. Padecí el miedo de aquello que nos puede paralizar a quienes escribimos a destajo: la página en blanco. Por momentos pensé que sería incapaz de volver a escribir algo, mucho menos a cambiar de giro y sentí la necesidad de aferrarme a lo conocido. Afortunadamente los cursos que propuse para impartir este semestre (Estética, Filosofía de la Tecnología y Filosofía y género), así como el seguimiento al trabajo intelectual y el diálogo con otros colegas me recordaban cada tanto a no claudicar, a esperar que el pensamiento, la idea, se pudiera concretar en algo: una oración, una hipótesis, una afirmación. Así pasaron los meses, hasta que durante el Seminario de Filosofía y Género (2021) pude enunciar aquello que llevaba rato tratando de proponer.

Ecología del afecto

En la versión del Seminario de Filosofía y Género, un seminario que se ha vuelto indispensable como parte de los protocolos contra las violencias de género en la UACM, propuse una lectura paralela a lo que estudiamos en otro curso que se denomina Filosofía Feminista. En ambos compartimos lecturas, apuestas epistémicas y sus interpretaciones más destacadas, especialmente aquellas que van de finales del siglo pasado al presente. De igual forma, la preparación de este seminario me obligaba a releer a varias de las teóricas con las que me había iniciado en la teoría literaria, la deconstrucción e incluso el posthumanismo y el transhumanismo durante mis años de investigación doctoral.

Para referirme a la ecología, lo hago no desde la biología, sino desde la ontología, específicamente a partir del ser-vida (la Gaia de Lovelock) y sus diferentes manifestaciones epistemológicas para el devenir del ser-mundo. Sobre ello ya existe mucha literatura (véase la tabla al final del texto).

Con respecto a la noción de afecto, no cabe duda que estoy pensando en el glosario de los afectos que desarrolla Spinoza en la parte tercera Del origen y naturaleza de los afectos, partiendo del Postulado I: “El cuerpo humano puede ser afectado de muchas maneras por lo que su potencia de obrar aumenta o disminuye, y también de otras maneras que no hacen mayor ni menor esa potencia de obrar” (Spinoza, 1980, 124).

Teóricas como Judith Butler, Donna Haraway, Rosi Braidotti, Luce Irigaray que fueron clave para mi pensamiento transfronterizo temprano me volvieron a dar la pauta para aquello que ahora me interesa a-bordar: la ecología del afecto.

Roxana Rodríguez Ortiz

Evidentemente esta propuesta de la ecología del afecto también está estrechamente vinculada con la crítica que les pueda hacer a los teóricos del realismo especultativo (Meillassoux), lo mismo que a quienes están proponiendo el giro ontológico (Dowosky, de Castro) e intento acercarme al trabajo sobre la animalidad (Derrida, Latour), interespecie (Deleuze, Haraway), plasticidad (Molabou), posthumano y transhumano (Braidotti), por mencionar algunos alcances de la misma.

Finalmente, después de varios meses de estar pensando cómo reinventar mi proyecto intelectual, concluí que después de la pandemia había que pensarnos en otras formas de corporalidad:

Hay tres cuerpos que están indiscutiblemente ligados: el cuerpo territorial, es decir el del planeta y la ecología, el cuerpo social, y finalmente el cuerpo animal o humano. De ello se deriva la necesidad de recolocarse con relación al otro —la cuestión del prójimo y de la alteridad—, pero también con relación a la Tierra, es decir, al mundo propio. No hay cuerpo propio sin mundo propio, sin situación. […] Ser es estar presente aquí y ahora.

Paul Virilio

Frontera ecológica

Considerando que para mi la frontera siempre es la posibilidad del encuentro dialógico con lo otro, no podía dejar fuera del modelo epistemológico de la frontera aquello que nos afecta cuando cruzamos, transgredimos un límite. Ni tampoco podemos ceñirnos a una estructura clásica de narrativa académica cuando lo que nos heredó el confinamiento y la pandemia es precisamente la disyuntiva del cómo habitar el mundo: las diferentes corporalidades incluso fronterizas.

A continuación desarrollo un listado dividido en tres columnas (categorías, perspectivas y teóriques) con los que he empezado a trabajar la propuesta epistémica de la frontera ecológica. Al final de cada una encontraran el link de alguna recomendación de texto, blog o conferencia que de cuenta de la propuesta.

Diseñó y conceptualización: Roxana Rodríguez Ortiz, 2021

Evidentemente esta propuesta apenas empieza a gestarse en colectivo o como diría Spinoza en multitud.

Ecología del afecto, conferencia de Roxana Rodríguez Ortiz, 2022.

Ecología del afecto es uno de los proyectos de investigación que realizo en la UACM. Véase: https://roxanarodriguezortiz.com/proyectos-de-investigacion/


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Una respuesta

  1. Avatar de Frontera ecológica: del afecto a las afecciones – Estudios Fronterizos Border Studies

    […] “Frontera Ecológica: del afecto a las afecciones” de Roxana Rodríguez Ortiz fue publicado en el portal de Ecología del afecto, grupo de investigación del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la UACM, el 17 de marzo de 2022. Link: https://ecologiadelafecto.wordpress.com/2022/03/17/frontera-ecologica/. […]

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