Pensar más allá del Antropoceno.

El trabajo de duelo

En memoria de Francesca Gargallo

I

No deberíamos aficionarnos al duelo, y sin embargo hay que hacerlo.

Jacques Derrida

Tres años han pasado del asesinato de mi hermano. En estos tres años me he dedicado a realizar el “trabajo” del duelo. Derrida lo escribe así, entre comillas: “con esa expresión confusa y terrible, el “trabajo del duelo”. ¿Por qué referirse al duelo como “trabajo”? ¿Qué implicaciones tiene el trabajo del duelo? ¿Es posible renunciar al trabajo del duelo? ¿O será que el propio trabajo de duelo llega a su fin cuando menos lo esperas?

Regresé a Oaxaca como lo he he hecho los últimos tres años cada once de marzo. Esta vez fue distinta, no hubo lágrimas ni tristeza, ni siquiera pude entrar al panteón a dejarle flores, a hablarle a su tumba. Días antes incluso dudaba de si debería ir a conmemorar su muerte, me preguntaba ¿qué se conmemora cuando ya está muerto? ¿La muerte en sí, el trabajo del duelo o que estoy viva? Contrario a lo que afirma Derrida considero que no hay que aficionarse al duelo o no al duelo de la misma persona. Quizá aficionarse al duelo del acontecimiento de la muerte sin nombre propio, incluyendo la propia, la que está por venir.

II

Hay que hacerlo pero sin que nos guste el duelo, el duelo mismo, si algo así existe: que no nos guste a través de una lágrima propia sino de otra lágrima, y cada lágrima es lágrima del otro, del amigo, del vivo, que somos nosotros, recordándonos que conservemos la vida.

Jacques Derrida

Durante estos tres años me hice responsable de mi trabajo del duelo con la convicción de que se aprende a vivir con el duelo, cuando en realidad se aprehende a vivir con que el otro está muerto. El duelo no es permanente, la despedida tampoco, lo imposible es olvidar.

Enunciar, nombrar, preguntar, dudar, llorar, perderse en el desasosiego, recordar, escribir, volver a llorar, nadar, viajar, hacerse de un animal, buscar ayuda, buscar fuera de ti, volver, encontrar, escuchar, dar testimonio, compartir, contemplar, proponer, dejar de respirar, beber, enamorarse, desenamorarse, tocar lo más oscuro del estar viva, abrazar la vulnerabilidad, reir, bailar, despedirse, amar, casarse, volver a respirar, dejar ir el trabajo del duelo.

Regresé a Oaxaca después de realizar el trabajo del duelo no para despedirme de mi hermano muerto, de él ya me he despedido de diferentes maneras desde el día de su funeral. Regresé a firmar la renuncia para no aficionarme a él (a mi hermano muerto / al trabajo del duelo). Regresé para devolverle a mi hermano muerto la memoria, para darle voz, y quiero pensar que también ese fue su deseo. El no poder entrar al panteón a dejarle flores lo interpreté como el deseo de quien dice ya estuvo, es suficiente, no tienes que llorar más sobre mi tumba. Y así lo hice.

III

No se puede aprehender o percibir lo que quiere decir recibir sino a partir de la acogida hospitalaria, de la acogida abierta u ofrecida al otro

Jacques Derrida

El trabajo del duelo llegó a su fin con un aquelarre en Etla, Oaxaca. Las mujeres de la familia comimos, bebimos, nos abrazamos, bailamos y cantamos. Observaba a mi madre, a mi hermana, a mi esposa, a mi sobrina, a la otra hermana que heredamos de mi hermano disfrutando como si no hubiera mañana, tampoco pasado. Que no se olvide el motivo fue la oración que bastó para pedir un aplauso por el amor, por el nuestro, por el suyo, por el que ya no está.

El trabajo del duelo es también la ecología del afecto, es la amistad, es la responsabilidad, es la libertad, es la ética, es el cuidado, es hacer comunidad más allá de la fronteras del que ya está muerto, de la muerte de cada una; es abrazar la tierra en la enterramos a nuestros muertos. Dar gracias, acoger a quien ya no está más que en el recuerdo y a quienes se sumarán en los otros trabajos del duelo que están por venir. Acoger el acontecimiento de la muerte con la hospitalidad incondicional. Recibir lo que la muerte nos da o le damos a la muerte.


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